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Yo escribí cinco versos uno verde, otro era un pan redondo, el tercero una casa levantándose, el cuarto un anillo, el quinto verso era corto como un relámpago y al escribirlo me dejo en la razón su quemadura.
Y bien los hombres, la mujeres vinieron y tomaron la sencilla materia, viento, fulgor, barro, madera y con tan poca cosa construyeron paredes, pisos, sueños.
En una línea de mi poesía secaron ropa al viento, comieron mis palabras, las guardaron junto a ala cabecera, vivieron con un verso que salio de la luz de mi costado.
Entonces llego un crítico mudo y otro lleno de lenguas, y otros…otros llegaron ciegos o llenos de ojos, elegantes algunos como claveles con zapatos rojos.
Otros estrictamente vestidos de cadáveres, algunos partidarios del rey y su elevada monarquía, otros se avían enredado en la frente de marx y pataleaban en su barba.
Otros eran ingleses, sencillamente ingleses y entre todos se lanzaron con dientes y cuchillos, con diccionarios y otras armas negras, con citas respetables… se lanzaron a disputar mi pobre poesía a las sencillas gentes que la amaban.
Otros estrictamente vestidos de cadáveres, algunos partidarios del rey y su elevada monarquía, otros se avían enredado en la frente de marx y pataleaban en su barba.
Otros eran ingleses, sencillamente ingleses y entre todos se lanzaron con dientes y cuchillos, con diccionarios y otras armas negras, con citas respetables… se lanzaron a disputar mi pobre poesía a las sencillas gentes que la amaban.
Y la hicieron embudos, la enrollaron, la sujetaron con cien alfileres, la cubrieron con polvo, la llenaron de tinta, la escupieron, la destinaron a envolver relojes, la protegieron y la condenaron, le arrimaron petróleo, le dedicaron húmedos tratados, la cosieron, le agregaron pequeñas piedresitas, fueron borrándole vocales, fueron matándole silabas y suspiros, la arrugaron e hicieron un pequeño paquete que destinaron cuidadosamente a sus desvanes… a sus cementerios.
Luego se retiraron uno a uno enfurecidos hasta la locura, por que no fui bastante popular para ellos, o impregnados de dulce menosprecio por mi ordinaria falta de tinieblas.
Se retiraron todos y entonces otra ves junto a mi poesía volvieron a vivir mujeres y hombres de nuevo hicieron fuego, construyeron casas, comieron pan, se repartieron la luz y en el amor unieron relámpago y anillo…. Y ahora perdonadme señores que interrumpa este cuento que les estoy contando y me vaya a vivir para siempre con la gente sencilla.
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