jueves, 17 de junio de 2010

Mirada


Fue impactante lo que vi en el espejo, llevaba a cabo todo el proceso para salir a la calle, cuando me mire fijamente en el espejo por última vez y me sorprendí, había algo diferente, no se veía igual a hace varios años atrás, no era mi rostro ni tan siquiera mi forma de peinarme, es más aun me sigo vistiendo de la misma manera de antes, nada de eso indicaba que había ocurrido un cambio en mí solo me había topado con algo inusual en mi mirada.

En mi mirada existía un destello que no había antes, el destello de haber encontrado mi lugar, el de haber hallado descanso y no llevar unos ojos que divagan por miedo a ser encontrados, ¿tenía miedo yo? Bueno, aunque no lo aceptaba estaba aterrado de que se conociese que había detrás de mis ojos, que escondía mi apariencia y el vacio que se hallaba en mi corazón. Fue durante este tiempo que conocí y entendí las palabras poderosas del salmista David, que decía: mientras calle se envejecieron mis huesos, bienaventurado el hombre que su ofensa es perdonada. Cuánta razón y sabiduría existen en estas palabras, no existe nada mejor que el poder confesar y hallar una nueva oportunidad, el sentir que la deuda es paga.

Sin darme cuenta y sin querer aceptarlo era precisamente esto lo que yo anhelaba, callaba para que no se conociese lo que escondía, mi mirada huía para no ser hallada en falta. Ese temor fue exterminado al encontrarme abrazada a mí amado Jesús quien murió por mí en la cruz para que mi falta fuera perdonada, después de haber huido, después de tratar de sepultar sin éxito mis ofensas pasadas fui hallado perdonada en aquel que me mostro una palabras desconocidas para mí: perdón, paz y libertad.
Nunca podre volverme a ver igual en el espejo, pues la persona detrás de la mirada ha sido hallada y su falta ha sido perdonada…desde entonces me despierto cada mañana con un espejo que ya…no se ve igual.

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