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A esa sensación de experimentar la posibilidad de lo imposible,
de flotar por un instante y perder de vista el suelo a la orilla del abismo,
a ese vaivén del alma indecisa que se entrega y se arrebata,
que se despide sin decir adiós, con una advertencia en la mirada...
Al desesperante soplo de impaciencia perfumado de placer,
invisible anhelo terrorífico, angustia sublime e inexhalable,
serpiente encantadora que devora el tiempo y lo digiere en infinito,
luna nueva que sugiere no llenarse nunca más, penumbra, esperanza...
A aquellas acciones de evasión que esconden una invitación,
a esos besos ultravioleta quemando las promesas, transformándolas,
sintetizándolas en energía para nuevas posibilidades, nuevos horizontes,
vuelos de feliz destino o tragedias irremediables escritas en indeleble...
A eso, llámele usted expectativa y aguántese el dolor, espere;
no se apresure a bautizarle como incertidumbre, no se angustie,
ahora déle un beso y levántese, ponga la frente en alto, camine,
mire aquél horizonte difuminado, entonces corra y enseguida, vuele...
1 comentario:
me encanta, sobre todo el doble filo de tus palabras...
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