martes, 21 de abril de 2009

el gran pez


Al cabo del tiempo, el historiador se convierte en historia y no sólo nos importa saber cómo era el campamento de Atila sino cómo podía imaginárselo un caballero del siglo XVIII


El Gran Pez es la historia de Edward Bloom, un hombre muy particular que posee una asombrosa capacidad para relatar acontecimientos de su vida pero con detalles que superan los límites de la realidad.

Edward pasa el día leyendo la Enciclopedia Mundial, porque es un niño de ocho años confinado en una cama a causa de un crecimiento sobrenatural. Se fija en un artículo sobre los peces grandes, en el que aprende que “si los peces grandes se guardan en una pecera pequeña se quedarán pequeños. Con más espacio, el pez puede doblar, triplicar o cuadruplicar su tamaño”. Diez años más tarde, tras convertirse en el joven más popular de Ashton, Carolina del Sur, se da cuenta de que, como los grandes peces, para crecer, debe abandonar su hogar y explorar el mundo. Como confiesa a su nuevo amigo Karl el Gigante, “¿Crees que este pueblo es demasiado pequeño para ti? Bueno, es demasiado pequeño para un hombre de mi ambición. Amo cada metro cuadrado de él. Pero puedo sentir como sus límites se ciernen sobre mí. La vida de un hombre sólo puede crecer hasta cierto punto en un lugar como este”. Y entonces, comienza un viaje mítico e increíble. Muchos años e incontables aventuras después, Edward Bloom es muy conoci-do como contador de historias sobre su colorida vida de joven poco ordinario , cuando su pasión por los viajes lo llevó por todo el mundo y de vuelta otra vez. Sus míticas proezas van de lo encantador a lo surrealista, entretejiendo sagas épicas sobre gigantes y hombres lobo, cantantes de salón coreanas, una bruja con un ojo de cristal que puede ver el futuro, y desde luego, un gran pez que se niega a ser atrapado. Las fabulosas historias de Bloom encantan a cualquiera que se encuentra excepto a su hijo Will, que también ha abandonado su hogar, pero en este ca-so para escapar de la gran sombra de su padre. Cuando Edward enferma y su mujer, Sandra (Jessica Lange), trata de reconciliarlos, Will se embarca en su propio viaje personal para separar el mito de la realidad de la vida de su padre y aceptar los grandes éxitos y los grandes fracasos de éste.


"Hay momentos en los que un hombre tiene que luchar, y hay momentos en los que debe aceptar que ha perdido su destino, que el barco ha zarpado, que solo un iluso seguiría insistiendo. Lo cierto es que yo siempre fuí un iluso".

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